En la hora más brillante de mi día más oscuro.

Bloguer@s, vuelvo a traeros optimismo y buenas sensaciones con una entrada más. Por fin me siento feliz después de un tiempo bastante fastidiado por temas diversos, ya era hora, si al final, la vida acaba equilibrando las cosas.
El día 18 de este nuevo año, 2012, según los mayas el último para la existencia humana, conseguí volver a ver el Sol detrás de las nubes grises que me atormentaban, a pesar de caminar bajo la lluvia con una sonrisa. Aún faltaba algo. Tus apoyos constantes no se van, debes mantenerlos, no los dejes ir, siempre van a estar ahí. Me he apoyado en ellos durante este tiempo donde los fantasmas me aterrorizaban noche tras noche con una imagen distinta, muy distinta a lo vivido anteriormente. ¿Miedo a los cambios bruscos? Sí. Pero no soy el único. Cualquiera que pierda a un ser querido tendría un cambio radical en su vida, algo que no deseo a nadie, a pesar de que tiene que suceder por ley de esta puta vida.
Siempre debes estar atento, tu vida puede cambiar en cualquier instante, y si atraviesas un mal momento, mejor ni lo esperes, porque las sorpresas agradables en tiempos tristes son un placer indescriptible.

Amigos, amigas, espero que nunca dejéis de valorar lo que tenéis, porque no somos un grupo, no, somos una familia, y las familias, a pesar de sus más, y de sus menos, nunca se separan.

También espero que esta oportunidad que la vida me ha presentado como recompensa tras un tremendo palo, sea por siempre, porque esto que siento en estos instantes supera los límites de lo pensable, va más allá, imposible de describir con palabras tan desgastadas en las redes sociales como "amor".

Al margen de todo esto os dejo una frase de un poema de Juan Ramón Jiménez, que dice así:

Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas.

Y ademas, os aconsejo que veáis monólogos, sí, monólogos. Quizás una tarde aburrida o peor aún, triste y gris puede convertirse en una pequeña carcajada en la soledad. ¿Podrían pensar que una persona está loca por reírse sola? Si eso es locura, no se sufre, se disfruta en cada momento y por ello, ríe.

Saludos,

Deivid Williams